Se trata de la
prolongación natural de la calle
Federico Díaz Bertrana que discurre en dirección sur justo detrás de la
iglesia de San Juan Bautista, en su fachada trasera o naciente, y del Parque de La Paz, no ubicándose
en la misma ninguna vivienda privada.
Se refiere al
nombre que desde la antigüedad se daba al espacio donde se acumulaban los
huesos humanos resultado de la exhumaciones que se practicaban en el
primigenio cementerio situado en la trasera de la antigua ermita parroquial,
conforme recoge el significado de la Real Academia con dos acepciones: «1) En las iglesias o en los cementerios,
lugar destinado para reunir los huesos que se sacan de las sepulturas a fin de
volver a enterrar en ellas. y 2) Lugar donde se hallan huesos». Fue por
consiguiente utilizado hasta la construcción por la parroquia del actual
cementerio en el siglo XIX, como se documenta:
«El cementerio de esta Villa de Arucas fué fabricado en
terreno de las Monjas de Sta. Clara de la ciudad de Las Palmas que se compró
por la Fábrica Parroquial siendo mayordomo D. Vicente Lorenzo según escritura
otorgada en 15 de Noviembre de 1824 ante D. Nicolás Oramas escribano público; y
también su construcción fue costeada por la Fábrica Parroquial como aparece de
las cuentas del referido mayordomo, haciéndose el 1º enterramiento el día 6 de
Enero de 1827 en el cadáver de Dª. Catalina Marrero, viuda de D. José Vicente
Afonso, como puede verse en el Libro 7º. de Defunciones, folio 3º de esta
Parroquia» (QUINTANA MIRANDA, P.M.: Cuaderno 1º de notas referentes al pueblo y
parroquia de Arucas, ed. digital, 2012, p. 96).
Con anterioridad a
la fecha de ese primer enterramiento en el nuevo cementerio, era costumbre
obligada en la antigüedad que los enterramientos de los vecinos se hicieran en
el subsuelo de las ermitas o en sus inmediaciones siendo competencia de las
parroquias su gestión. El Libro Rojo
incluía una disposición real de 18 de marzo de 1582 conforme con los Sinodales
del Obispo Hernando Vázquez de Arce, de los derechos que han de tener los curas
y clérigos de las parroquias por razón de las obsequias y enterramientos de los
difuntos de los moradores de las islas, afirmando que no podrán recibir
agravios (CULLEN DEL CASTILLO, P.: El
Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro de Provisiones y Reales Cédulas,
Las Palmas de GC, 1947).
Desde la fundación
de la parroquia, dispuso de un cementerio cuya ubicación aparece documentada en
la descripción de la antigua iglesia de finales del s. XVII «... practicándose más tarde una nueva
salida, que se denominó Puerta del Sol, que daba acceso a un pequeño cementerio
y a la actual plaza de San Juan» (QUINTANA
MIRANDA, P.M.: Historia de Arucas, Las
Palmas de GC, 1979, p. 101).
El tamaño del
cementerio y los siglos que estuvo utilizándose, el aumento de las inhumaciones
como consecuencia del progresivo aumento de la población, obligaba a remover el
suelo de tierra apisonada para exhumar los más viejos restos óseos que eran
depositados en una fosa común o en un "osario", prácticamente un
pequeño terreno existente en la parte trasera de la ermita, lugar que luego
sería de alguna forma aislado por motivos de higiene pública.
Aunque hay
distintas referencias documentales al mismo, la más concreta hace referencia al
activo fraile que realizó las primeras obras de fábrica sobre el primigenio osario
a inicios del siglo XVIII:
«El P. Fray José Ponce, Maestro de Novicios, Jubilado de la
Orden de Sto. Domingo, nació en esta Villa de Arucas y fue bautizado en la
Parroquia del Sr. San Juan Bautista, y en ella dijo su misa nueva, fue en el
Convento de San Pedro Mártir doce años Maestro de Novicios, en cuyo premio
obtuvo de su generalísimo, jubilación, grado en su religión...
(...) Hizo cuatro
cuadros, es á saber: Bautismo de Cristo, otro señalándole San Juan, su
nacimiento y su degollación, con sus guarniciones doradas, que dicha cuadrería
llena el testero de la capilla mayor desde la madera hasta el suelo, hizo los
ciriales dorados, hizo el sagrario pequeño que está en el altar del Rosario,
sirviéndo la puesta llave y escudo de la que era del antiguo, hizo el
cuadrante, la tabla de aniversarios que está en la sacristía, y con sus manos
doró dicho sagrario y hizo las dos cruces de carey de otra que estaba, una que
está en el altar mayor y otra que está en el altar del Rosario, con dichas
manos enlozó de cantería toda la Iglesia asistiendo con su persona desde el día
que comenzó hasta que se acabó, fabricó
el osario detrás de la sacristía desde los cimientos hasta la cruz de piedra
que está en la almena del medio, con llaves hizo el facistol con escudo y
llave, una hechura de un santo Cristo de bronce en crúz de ébano, con peana
dorada que está sobre dicho facistol con cuatro candeleros clavados en él para
las luces de Navidad, Resurrección, Tinieblas y misas de la Luz.
Fabricó todos
los poyos que están en la puerta que sale á la plaza á cal y canto, dando el
canónigo Don Josef Álvarez el costo del poyo que linda con su capilla. Hizo el
altar de ánimas costeándolo desde los cimientos hasta el encerado, con frontal
de pintura, manteles, candeleros, con cadenas, atril, piedra de ara, y crúz
hecha por su mano y, credencia. Derribó el coro antiguo y fabricó las paredes
del coro nuevo ...» (QUINTANA MIRANDA, P.M.: Cuaderno 1º de notas referentes al pueblo y
parroquia de Arucas, ed. digital, 2012, p. 73).
Tras
la construcción del nuevo cementerio, el actual situado en la carretera de
entrada a Arucas, que expropiaría el Ayuntamiento en 1865 por los gastos de mantenimiento
a que obligaba el mismo conforme a las normas de higiene pública, se cerraría el
pequeño cementerio. La demolición de la vieja ermita para la construcción del actual
templo en la primera década del siglo XX, comportó que sobre parte del espacio que
ocupaba el antiguo camposanto, se habilitara como calle que se adoquinó con el objeto
de no remover el subsuelo, si bien posiblemente aquellos restos que quedaron en
superficie se trasladaron a fosas comunes en el nuevo cementerio, y en la memoria
de los vecinos quedó que allí estaba el viejo Osario, lo que determinaría tiempo
después que la calle fuera así nominada que ha perdurado en el tiempo.
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En la sesión plenaria celebrada el día 25 de agosto de 1911, se acuerda dar el nombre de OBISPO PÉREZ MUÑOZ a esta calle "para perpetuar el
recuerdo del Excmo. e Iltrmo. Sr. Don Adolfo Pérez Muñoz, Obispo de esta
Diócesis, entusiasta defensor de los intereses del Grupo Oriental de Canarias,
que tanto cariño ha venido demostrando por esta Ciudad desde que la visitó por
primera vez". Nacido en Soto de Campoo (Cantabria) en
julio de 1864, estuvo al frente de la Diócesis
Canariensis de 1908 a 1911, pasando después como obispo a Badajoz y luego a
Córdoba donde falleció en diciembre de
1945.
Se desconocen los motivos por los que no llegó a rotularse o divulgarse su nominación, pudiendo conjeturarse tan sólo que próximo a tales fechas se promulgó la Ley de Cabildos Insularres de 11 de julio de 1912, mientras que la división de Canarias en dos provincias, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, no se sustanció hasta el 21 de septiembre de 1927. Todas las referencias posteriores siempre hablan de la calle OSARIO.
Se desconocen los motivos por los que no llegó a rotularse o divulgarse su nominación, pudiendo conjeturarse tan sólo que próximo a tales fechas se promulgó la Ley de Cabildos Insularres de 11 de julio de 1912, mientras que la división de Canarias en dos provincias, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, no se sustanció hasta el 21 de septiembre de 1927. Todas las referencias posteriores siempre hablan de la calle OSARIO.
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Fuente: "Calles con
historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios rotos.
El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC Silencios rotos
: el desflorillado de la historia aruquense
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