Esta calle en el núcleo
pre-urbano de Arucas, antiguo callejón por el que se accedía desde la antiguas
calles del Potrero (la actual calle Pérez Galdós) y del Real de San Juan a la calle Cerera y al Tabaibal, mantiene su nombre desde muy
antiguo. Sabido es que las denominaciones populares de las calles en esos
tiempos siempre se han realizado por el apellido del estante en la misma, bien
por sus bienes o por su notoriedad social. La circunstancia que el apellido se
mencione en plural, no condiciona su antigüedad, dado que al tratarse de un
apellido patronímico, derivado del nombre de pila del padre o un antepasado, la
nominación del antiguo callejón como MATEOS
infiere que hace referencia a una saga de varios individuos de una misma
familia.
En el Lugar de Arucas está documentado que en la
antigüedad dos alcaldes ordinarios llevaron este apellido. Juan Mateo que lo fue en
los años 1633 y 1634, y posteriormente, Salvador Mateo de Quintana quien lo
fue desde 1706 a 1710.
En los primeros siglos
tras la conquista castellana, hasta la segunda mitad del siglo XVIII los
alcaldes ordinarios eran realmente un cargo de funcionarios elegidos por los
regidores el uno de enero de cada año. Esta elección debía hacerse entre los
vecinos y naturales del lugar que tuviera parroquia, y además, como en el caso
de los regidores, preferir a los primeros pobladores y sus descendientes. En el
antiguo Lugar de Arucas de escasa
población se dio la circunstancia de que los cargos de sacristán de la
parroquia y alcalde ordinario coincidían ocasionalmente en la misma persona,
cargos que prestigiaban a la persona que los desempeñaba.
Aunque no podemos
adverar que sea el caso que nos ocupa, el cargo de alcalde ordinario en muchas
ocasiones pasaron de padres a hijos, por el conocimiento que de las familias
tenían los regidores que los elegían para impartir la justicia ordinaria,
pequeños conflictos entre vecinos.
La vinculación a la
parroquia y a sus cofradías era considerado en la antigüedad un prestigio
social. «Asociadas a la iglesia nos
aparecen otras personas que indudablemente debieron gozar de cierta
importancia, no ya tanto económica sino de prestigio social, aunque a nivel
económico hemos encontrado en algunas parroquias que los sacristanes eran
poseedores de esclavos. Estas personas que tienen relación con la parroquia son
los sacristanes, los mayordomos de fábrica y cofradías y los alguaciles de la
iglesia. En Arucas las fuentes hacen referencia a sacristanes menores y mayores.
(...) Los sacristanes mayores de Arucas que
quedan reflejados a lo largo del siglo fueron 8 y su permanencia en el cargo
fue prolongada, y así Juan González lo fue de 1606 a 1624; Esteban Díaz de
Ortega de 1627 a 1635; Fernando de Armas y Troya de 1654 a 1691 y Salvador Mateo de Quintana que comienza
en 1696 y se introduce en el S. XVIII. Este último, junto con el Br. D. Juan
Mateo de Castro, que fue sacristán de Arucas antes de pasar a párroco de Moya,
en 1642, fueron los únicos clérigos que desempeñaron este cargo. Algunos de
estos sacristanes desempeñaron la función de notarios y en ocasiones escribían
las memorias y últimas voluntades convirtiéndose así, en muchos casos, en
albaceas testamentarios; también en ocasiones compaginaban el cargo de
sacristán con el de mayordomo de fábrica, como lo hizo Fernando de Armas y
Troya en 1662» (RODRÍGUEZ CALLEJA, J.E.: La Población de Arucas y Moya en el siglo XVII, Las Palmas de GC,
2002, pp. 251-252).
Nos aparece el
nombramiento de Salvador Mateo de
Quintana como sacristán mayor el primero de enero de 1696, por la entrega
del sacristán menor Miguel Suárez de Medina por la ausencia del mayor
desplazado a Fuerteventura, quien hizo entrega «... de todo dicho tesoro menos una estola colorada que dicen no la había,
todo lo cual entregó en presencia mía y de los testigos que lo fueron los reverendos padres fray Simó González
Denis y fray Bartolomé González Marrero de la Orden de los Predicadores, lo
cual el susodicho cura en presencia de los dichos testigos entregó a Salvador Matheo de Quintana sacristán
mayor de dicha iglesia, el cual lo dio por entregado en dicho día, mes y año,
el cual dio por fiador a Lorenzo González Travieso, el cual se obligó con su
persona y bienes habidos y para ver y entregar lo que faltare de dicho tesoro
...» (SÁNCHEZ RODRÍGUEZ,
J.: Historia de la Parroquia de San Juan Bautista
de Arucas 1515-1817, Las Palmas de GC, 2013, p. 202).
Lo localizamos como vecino
distinguido cuando el 13 de marzo de 1707, es uno de los firmantes ante
notario, del acuerdo de los vecinos del Lugar convocados al toque de campanas «... para obtener el logro de Su Majestad el
señor don Felipe V, haga merced a este lugar y sus vecinos del Beneficio
Eclesiástico que pretenden por su vecindad de 500 y más vecinos y los frutos
que en él se dan cuantiosos para la Fábrica de dicha Iglesia y Beneficiado ...»
(Obra citada, p. 216).
Igualmente actúa de sacristán
cuando se realiza el inventario del 24 de octubre de 1724 por mandato del
visitador, con el añadido que comparecen como testigos dos licenciados clérigos
presbíteros Francisco Bernardo y Andrés
Mateo de Quintana deduciendo que se trate de un hermano de Salvador Mateo,
tiempos remotos que dice el autor acreditan que el párroco vivía con otros
sacerdotes para atender las capellanías que dejó Juan Mateo de Castro (Obra citada, p. 239).
Ese mismo año compagina el cargo de sacristán con el de notario
público y de visita que ejerce en la del canónigo José Álvarez de
Castro para comprobar el estado e inventario de las ermitas de san Pedro y san
Sebastián en Arucas, de san Andrés en la Costa
de Lairaga, de la Santísima Trinidad en Azuaje,
de los Dolores en Los Trapiches y de san
Nicolás de Bari en Tenoya (Obra citada, pp. 242/245).
En 1734 por un conflicto del párroco Pedro de Ortega con las hermandades del Santísimo y del Rosario de no seguir la costumbre
de "rociarlas con agua bendita mediante
el hisopo", comparece ante el párroco para informar de sus normas en su
condición de secretario de ambas hermandades
(Obra citada, p. 258). En 1736 comparece
Salvador Mateo ya como mayordomo de la
Cofradía del Santísimo (Obra citada,
p. 256) y otras más comparecencias.
No nos ofrece duda que si alguna saga responde al prestigio social para que
un callejón sea conocido con su apellido, es la de los hermanos Salvador y Andrés Mateo de Quintana, el segundo de aparente menor prestigio social
que el primero, si bien tiempo después sería
párroco de Arucas:
«47º.- D. Andrés Mateo
de Quintana, nació en esta Villa de Arucas y fué bautizado en la Parroquial
del Sr. San Juan Bautista, donde dijo su misa nueva, fué Teniente Cura y
Mayordomo de la Cofradía de Ánimas en dicha Villa, uno y otro muy poco tiempo,
quedándose en flor con su muerte el mucho fruto que se esperaba siendo delatado
su vida, fue sentida por todos y por muchos llorada por lo amable de sus buenos
procederes. Su cuerpo está en dicha Parroquia, y su alma quiera Dios tenerla en
el cielo. Amén» (QUINTANA MIRANDA, P.M.: Cuaderno 1º de notas referentes al pueblo y
parroquia de Arucas, ed. digital, 2012, p. 78).
En
cuanto a Salvador Mateo, su saga seguiría
y así tenemos «Ejercía como mayordomo del
Santísimo desde enero de 1739 Bartolomé Mateo
de Quintana. Había sustituido a su padre Salvador Mateo que durante doce años había administrado la cofradía
"sin interés alguno, con celo y aplicación"
» (SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J.: Historia de la Parroquia de San Juan Bautista
de Arucas 1515-1817, Las Palmas de GC, 2013, p. 266).
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Fuente:
"Calles con historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios
rotos. El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC
Silencios rotos : el desflorillado de la historia aruquense
Soy cubano descendiente de Domingo Pérez Mateos nacido en Aruca Gran Canaria finales siglo XIX, actualmente vivo en Málaga, quisiera contactar con alguien descendiente que viva actualmente en Arucas ,de ser posible contactar por este correo ramonsantanacu@gmail.com gracias
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