Antes LA GOLETA y CAMINO DE LOS INGENIOS.
En la antigüedad
esta calle, como todo el viejo trayecto desde el Lomo de San Pedro hasta El
Cerrillo, era conocido como CAMINO
DE LOS INGENIOS, siendo así
mencionado en las Ordenanzas del Concejo
de 1531, cuando se regula el título referido a «… la guarda de las
sementeras y vegas sembradas», donde se prohíbe que los puercos puedan andar
por determinados caminos. Se dice «…
Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones
que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) la fuente de los
Laureles y toda la dicha vereda hasta el camino que va de los engenos de Arucas
a dar a la madera del barranco de Firgas …».
Eran los tiempos en
que las Vegas de Arucas eran un
humedal intransitable y el camino que bajaba desde El Palmar (Teror), por Los
Altabacales llegaba a La Cruz
(Firgas), bajando por La Caldera
hasta Arucas, encontrándose en este último tramo los más antiguos ingenios
azucareros que aprovechaban la Acequia
Real del Heredamiento para llenar sus heridos y obtener su fuerza hidráulica.
Con posterioridad, los
propios castellanos darían a este lugar el nombre de Goleta, por su especial orografía dado que el lomo en el que se asienta
se estrecha a partir de El Angostillo
y hasta El Cerrillo, por lo que metafóricamente
entendieron se asemejaba a una "gola",
tal como dice el Diccionario de la Lengua Castellano de 1783 «Arma defensiva, que se pone sobre el peto
para cubrir y defender la garganta», en diminutivo "goleta", por ser un paso estrecho o angosto como lo fue este lugar un lomo con fuertes rampas, topónimo que también dieron a la degollada al pie
del Roque Nublo por similares características.
Durante mucho tiempo
la calle asfaltada que en la segunda mitad del siglo XX sepultaría al antiguo y polvoriento camino de herradura sin empedrar era conocida con el nombre del
lugar, camino de LA GOLETA, desde la
actual Plaza de Nuestra Sra. del Rosario
en el inicio de El Cerrillo hasta el Lomo de San Pedro, pues era la única travesía de la que partían con algunos pequeños callejones ramificándose a ambos lados y que normalmente
eran conocidos con el nombre del vecino que en ellos tenía su casa.
En la revisión
general que se hizo de las rotulaciones aprobada la Constitución de 1978, por
petición de los vecinos la calle recibe el nombre de OBISPO PILDAIN, en honor de Antonio Pildain y Zapiain (Lezo/Guipúzcoa,
1890 - Las Palmas de GC, 1973), nombrado obispo de Canarias entre 1936 y 1966.
La petición popular
guardaba estrecha relación con su decidida intervención por las ilegales
detenciones que se practicaron en Arucas a partir del golpe militar del 18 de
julio de 1936 que dio lugar a la guerra civil española, de las que resultaron
desaparecidos sesenta y siete aruquenses (Asociación por la Memoria Histórica
de Arucas) en los primeros meses de 1937, cuando habían sido liberados del
campo de concentración del Lazareto de
Gando por los militares al no existir causa contra ellos, y que
presumiblemente fueron asesinados y arrojados sus cuerpos en distintos pozos de
agua.
Entre los muchos
detenidos habían muchos vecinos de La
Goleta, y entre ellos otros ochenta y nueve aruquenses fueron acusados con mayores
cargos, oponerse al golpe militar, y encausados en el Consejo de Guerra
500/1936, sentenciado el 20 de abril de 1937, del que resultaron veintisiete
penas de muerte, conmutadas por la insistencia del Obispo Pildain que visitaba
sorpresivamente el Lazareto de Gando
donde se encontraban presos, después de haber sido trasladados desde el Campo de Concentración de la Isleta que
se quedó pequeño. Se les imputaba una voladura en el puente de Tenoya, acción defensiva realizada por
los republicanos para impedir el paso del ejército golpista hacia Arucas.
Sólo la firmeza del
Obispo Pildain pudo salvar a los aruquenses al demandar el indulto ante la
sentencia de pena de muerte: «También por
aquellos meses obtuvo el incansable mitrado, con la colaboración de don Luis de
Sáa, dignísimo cónsul de Portugal, requerido por la presencia de un compatriota
suyo en las filas de los condenados, que se indultaran de la última pena a los
veintisiete presos de Arucas que habían vivido, a lo largo de treinta y un
meses angustiosos e interminables, bajo la inminente amenaza diaria de
fusilamiento» (CHIL ESTÉVEZ, A.: Pildain,
un obispo para una época, Las Palmas de GC, 1988, p. 172).
Así se congratulaba
en un carta pastoral de su éxito «Podéis
imaginaros la consternación de sus familiares que alocados, acudían, cada día a
la capital, y cuando otras puertas se les cerraban, encontraron siempre
abiertas las del Palacio Episcopal, y en él, al obispo apelando, como hemos
dicho, a todos los medios imaginables y no dando punto de reposo hasta que
recibimos la noticia de que S. E. el Jefe del Estado había concedido el tan
deseado e impetrado indulto, que dio lugar a emocionantes escenas de gratitud
en los salones del Palacio Episcopal sólo comparables a las estremecedoras de
las que han solido hacer objeto al obispo las tan intencionadamente -pocas
veces- que ha llegado al popular barrio
de la Goleta, en que moraban la mayoría de aquellos obreros librados de la
muerte ...» (Obra citada, p. 174).
Pero es más, estas
últimas intervenciones del Obispo ponían fin a aquella primera que
trasladándose apresuradamente al lugar evitó que los 27 presos de Arucas
llevados en camionetas fueran lanzados en la Sima de Jinámar (Obra citada,
p. 176) en una triste noche, posiblemente en los días que fueron trasladados
del campo de concentración de La Isleta
al de Lazareto.
En este grupo, como
personaje público destacado estaba el lanzaroteño Juan Doreste Casanova,
Maestro de Primera Enseñanza, afiliado del Partido
Socialista Obrero Español y de la Federación
Obrera. A los 29 años de edad fue nombrado alcalde de Arucas por la
destitución de Juan González Morán, elegido tras los resultados de las
terceras Elecciones Generales de la Segunda República Española celebradas el 16
de febrero de 1936, que dieron el triunfo a la coalición de izquierdas
denominada Frente Popular.
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Fuente: De mi libro Silencios rotos. El desflorillado de la
historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC
Silencios rotos : el desflorillado de la historia aruquense.
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