Antes DEL ARCO.
La más antigua referencia que se tiene de la misma, es como Callejón del Arco, elemento del que no
hay constancia de su fecha de construcción, y cuya única referencia escrita de
su diseños, es una mención periodística de 1863 que dice «nos recuerdan á cada momento la invasión árabe en España» (El País,
18-ago).
El callejón era parte del antiguo camino hacia Trasmontaña, el que hoy se conoce en la
actualidad como Camino de la Cruz,
enlazando con el mismo en lugar que fue conocido como El Pedregal, tal como recoge otra noticia del mismo año: «calle recta que subiendo de la citada
plaza, vaya á terminar á la entrada de Trasmontaña» (El País, 6-mar). Hasta
avanzada la segunda mitad del s. XIX, era conocida como calle DEL ARCO,
que de ser correctos los dibujos realizados por el Cronista Pedro Marcelino
Quintana, era así llamada por el arco existente al inicio de la misma, en el
alineamiento perimetral del espacio que luego sería la Plaza de San Juan.
Con posterioridad es rotulada como DOCTOR
GARCÍA GUERRA. Nacido en Arucas el 21 de diciembre de 1848, fue una figura
importante de la política y más aún del foro canario a fines del siglo XIX.
Profesionalmente fue registrador de la propiedad de Las Palmas, notable abogado
criminalista y Decano del Colegio de Abogados en 1892 (GUIMERÁ PERAZA, M.:
"El pleito insular. La pugna por la hegemonía canaria. 1874-1900", Anuario
de Estudios Atlánticos, nº 16, 1971, p.479).
Según algunas fuentes, era pariente de Nicolás
Salmerón y Alonso (1838-1908), político y filósofo, Presidente del Poder
Ejecutivo de la 1ª República en 1873, renunciando un mes después alegando
problemas de conciencia para no firmar unas condenas a muerte. Fue Catedrático
de Historia Universal en la Universidad de Oviedo y de Metafísica en la Universidad
de Madrid.
El Dr. García Guerra en 1875 remató la compra de
diez azadas de San Juan, adquiriendo así la condición de partícipe de la Heredad
de Aguas de Arucas y Firgas. Al ser nombrado letrado del
heredamiento, en 1890 se le encomendó la iniciación de un expediente de
expropiación forzosa en base a la Ley de Aguas para la construcción de una
presa en La Caldera, en las tierras que Santiago Bravo había adquirido
por un tributo a su favor, licencia que no se obtuvo por la negativa del
Gobernador Civil ante la presión y oposición de los propietarios del suelo la
familia Bravo (ROSALES QUEVEDO, T.: Historia de la Heredad de Aguas de
Arucas y Firgas, Las Palmas de GC, 1977, p. 91). Puede suponerse que por su
prestigio profesional se requirió su participación igualmente en expedientes de
expropiación de servidumbres para la construcción de acueductos y
canalizaciones de la Acequia Real cuando se impulsaron los cultivos de
regadío por la que se creó una extensa red de acequias y cantoneras.
Su variable posición política quedó de manifiesto
cuando en 1888 fue el abogado defensor del famoso caso de Eduardo Rodríguez
Lazo, alcalde de Granadilla, denunciado por el gobernador civil, del quien se
decía que había sido interpuesto por Fernando León y Castillo, por un delito
electoral:
«...el local designado para la elección
permanecía cerrado, ignorándose el motivo, ó mejor dicho sabiéndose que el
motivo era impedir á los electores que ejercitaran su derecho; después de
requerir á los presentes que manifestasen si había alguno con mejor derecho
para desempeñar el cargo á que lo compelían los electores en su indignación y
protestando cederle el puesto si después se presentaba, presidió la elección
con los interventores proclamados por la junta del censo..." (La
Opinión, 25-abr-1890). Su defensa le granjeó prestigio profesional,
muchas amistades en Tenerife y muchas enemistades políticas en Gran Canaria,
bastión del partido "leonino".
Por su prestigio profesional le fue solicitado un
dictamen sobre la sedicente Heredad del Chorro de Telde, sobre la que
también opinaron José Franchy y Roca, Juan Ramírez Doreste y Carlos López de
Haro (GUIMERÁ PERAZA, M.: "El pleito insular. La pugna por la hegemonía
canaria (1874-1900)", Anuario de Estudios Atlánticos, nº. 16, 1970,
p.479). A principios del siglo XX, el llamado conflicto “El Chorro”
culminó con la adquisición municipal de las aguas que se destinaron al uso
comunitario.
Su condición de aruquense con proyección política a nivel nacional,
recomienda descubramos con más extensión su evolución política, difícil de
entender incluso para sus coetáneos. Crece políticamente en la época del canovismo
que abogaba por la implantación de una democracia no revolucionaria y
tradicional, tomando por modelo la británica, basada en la monarquía
parlamentaria, con un bipartidismo entre los conservadores que lideraba Cánovas
del Castillo y los liberales de Sagasta, con alternancia del poder, en un
ambiente de elevado fraude electoral auspiciado por el imperante caciquismo que
amparaba Alfonso XIII, modelo que se proyectaba en las islas por la presencia
en las Cortes de Fernando de León y Castillo.
Progresivamente fue quedando al descubierto la
falsa apariencia de Cánovas como demócrata, que motivará las escisiones en su
partido a partir de 1890, si bien los primeros escindidos son más de lo mismo,
que le empujarían a una posición más extremista que concluirían con los
incidentes de Barcelona en 1896, siendo el responsable de ordenar el arresto de
socialistas y sindicalistas, que serán sometidos a toda clase de torturas,
hecho que se unía a su conocida posición de abogar por el esclavismo.
En este escenario el Dr. García Guerra, con un
ambiente político enrarecido del ocaso de la Restauración borbónica, surge como
presidente del Partido Sincrético, formado en 1890 al escindirse del Partido
Conservador de Antonio Cánovas del Castillo, Francisco Silvela (1843-1905),
historiador, abogado y político, que luego sería Presidente del Consejo de
Ministros en la regencia de María Cristina y durante el reinado de Alfonso
XIII, al sustituir a Cánovas tras su asesinato en 1897.
Dentro de las corrientes filosóficas de la época,
con la bandera del sincretismo trataban de conciliar las diferentes
posiciones políticas pues en él convergen conservadores y liberales, que
pregonan la división provincial y son, a su vez, contrarios al divisionista
León y Castillo. Llegan a tener en las islas periódico político El
conservador, editado por tipografía La Verdad en los años 1890-91,
que era el órgano del partido sincrético, bajo la orientación personal
del Dr. García Guerra, quien en 1891 rompería con Francisco Silvela.
Pese a pregonar la división provincial, mantuvo
acuerdos con el partido tinerfeño de Martín Rodríguez Peraza y así obtuvo para
sus correligionarios los nombramientos en la Administración de Puertos Francos,
cesando los leoninos partidarios de Fernando de León y Castillo.
Ocupó escaño en las Cortes Españolas obtenido en
las elecciones de 1898, 1899 y 1901 (CONGRESO DE LOS DIPUTADOS, Histórico
de Diputados 1810-1977), y cuando empieza a recobrar fuerzas el llamado "pleito
canario" es defensor de la división provincial cuando milita en el Partido
Liberal Demócrata de José Canalejas, participando en la creación del Partido
Local Canario en 1903 que promulgaba la división de la provincia canaria
con capitalidad en Tenerife para la creación de la provincia de Las Palmas. Muy
astuto, sopesando siempre su oportunidad, en los diferentes períodos se
presentó por diferentes circunscripciones electorales, siendo diputado por Las
Palmas en las elecciones de Sagasta, en marzo de 1898, después por Guía, en las
de Silvela de 21 de abril de 1899, y finalmente en el último Gobierno de
Sagasta el 12 de mayo de 1901 también por Guía GUIMERÁ PERAZA, M.: "El
pleito insular. La pugna por la hegemonía canaria. 1874-1900", Anuario
de Estudios Atlánticos, nº 16, 1970, p.479).
Fue uno de los jóvenes, en su mayor parte
universitarios, que arribaron a la actividad republicana isleña «... jóvenes
que, en sucesivas elecciones a Cortes, apoyarán la candidatura conservadora
independiente de Juan Quesada Déniz y combatirán al republicano integrado
-antiguo jefe de los republicanos progresistas- Tomás García Guerra.
Impotentes para presentar sus propios candidatos, recurrirán a su paisano
conservador con el deseo de contribuir al necesario bipartidismo después del
fracaso de los canovistas locales» (MILLARES CANTERO, A.: Aproximación a
una fenomenología de la Restauración en Gran Canaria, Las Palmas de GC,
1975. p. 90).
Su adscripción política es una nebulosa, parece
estar entre conservadores, se relaciona con los liberales de León y Castillo
tras el fallecimiento de su líder, y de alguna manera con los republicanos de
Franchy y Roca, siendo muy criticado desde uno y otro lado. Hay muchas
referencias documentales a esa desdibujada posición suya, con una u otra opción.
Del lado de los republicanos se reconoce su poca fiabilidad:
«El declarado apoliticismo del órgano de la
"Asociación Gremial", "El Trabajo", no impide ver la
instrumentalización que de la misma pretendían hacer algunos de sus
organizadores: de un lado, la defensa de la candidatura de Juan León y Castillo
para la alcaldía de Las Palmas y, de otro, el ataque a los pseudo-republicanos
de García Guerra e inspiradores de "El Telégrafo" -escrito con
más de 1.638 firmas contra ellos-, demuestran claramente el empleo de la
agrupación obrera como base popular para una débil oposición al leonismo, según
el criterio de algunos de sus elementos rectores» (Obra
citada, p. 95).
Los leonistas de León y Castillo fueron
más explícitos en la prensa local de su doble juego: «Los leonistas dijeron
tras la ruptura que García Guerra estuvo apoyando y protegiendo siempre
a personas no afiliadas a nuestro partido, dejando muchas veces burlados a
nuestros correligionarios en sus justas peticiones ...» (Diario
de Las Palmas, 16-abr-1903, "El señor García Guerra. Ayer y hoy").
También muy clarificadora de su posición política esta otra referencia
periodísticas: «.. traicionó al señor León y Castillo por no querer secundar
la política abierta de éste en el asunto de Puertos Francos. ¿Qué puede
esperarse de de quien se ha sentado en el Congreso como socio de una casa que
ha medrado a la sombra de aquéllos?» (Unión Liberal, 23-abr-1903,
"El último deslinde").
Posiblemente lo más decisivo para la iniciativa
de rotulación de la calle por parte del ayuntamiento, no fuera su variable e
itinerante filiación política contraria a los intereses leoninos
imperantes en la entonces Villa de Arucas, y lo fuera por su condición de
aruquense o por haber propuesto en la Junta de 28 de septiembre de 1879 de la Heredad
de Aguas, una imaginativa fórmula para que el préstamo de 4.000 pesos que
ésta concedió al Ayuntamiento para la construcción del nuevo Mercado
Municipal, no devengara intereses, pactándose en su compensación que el
Ayuntamiento dejara utilizar la planta baja de las Casas Consistoriales
para las reuniones de la Heredad. Falleció el 4 de julio de 1911.
Toda su trayectoria política es puro sincretismo,
que como dice la Real Academia es «Doctrina o sistema que trata de conciliar
o armonizar ideas o teorías diferentes u opuestas». Pero no debe olvidarse
la etimología griega de la palabra synkretismos, que define así a «la
coalición entre dos adversarios contra un tercero», referida a la
estratégica unión de los cretenses, reconciliando sus diferencias
en una alianza frente a los peligros externos de los invasores aqueos, dorios,
helenos, romanos y bizantinos. Actitud defensiva que mutó hacia una actitud
ofensiva denominada talasocracia o el gobierno y dominio geoestratégico de los
mares.
__________________
Fuente: "Calles con
historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios rotos.
El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC Silencios rotos
: el desflorillado de la historia aruquense
No hay comentarios:
Publicar un comentario