sábado, 14 de junio de 2014

DOCTOR GARCÍA GUERRA (Calle)

Antes DEL ARCO. 

La más antigua referencia que se tiene de la misma, es como Callejón del Arco, elemento del que no hay constancia de su fecha de construcción, y cuya única referencia escrita de su diseños, es una mención periodística de 1863 que dice «nos recuerdan á cada momento la invasión árabe en España» (El País, 18-ago).

El callejón era parte del antiguo camino hacia Trasmontaña, el que hoy se conoce en la actualidad como Camino de la Cruz, enlazando con el mismo en lugar que fue conocido como El Pedregal, tal como recoge otra noticia del mismo año: «calle recta que subiendo de la citada plaza, vaya á terminar á la entrada de Trasmontaña» (El País, 6-mar). Hasta avanzada la segunda mitad del s. XIX, era conocida como calle DEL ARCO, que de ser correctos los dibujos realizados por el Cronista Pedro Marcelino Quintana, era así llamada por el arco existente al inicio de la misma, en el alineamiento perimetral del espacio que luego sería la Plaza de San Juan.

Con posterioridad es rotulada como DOCTOR GARCÍA GUERRA. Nacido en Arucas el 21 de diciembre de 1848, fue una figura importante de la política y más aún del foro canario a fines del siglo XIX. Profesionalmente fue registrador de la propiedad de Las Palmas, notable abogado criminalista y Decano del Colegio de Abogados en 1892 (GUIMERÁ PERAZA, M.: "El pleito insular. La pugna por la hegemonía canaria. 1874-1900", Anuario de Estudios Atlánticos, nº 16, 1971, p.479).

Según algunas fuentes, era pariente de Nicolás Salmerón y Alonso (1838-1908), político y filósofo, Presidente del Poder Ejecutivo de la 1ª República en 1873, renunciando un mes después alegando problemas de conciencia para no firmar unas condenas a muerte. Fue Catedrático de Historia Universal en la Universidad de Oviedo y de Metafísica en la Universidad de Madrid.

El Dr. García Guerra en 1875 remató la compra de diez azadas de San Juan, adquiriendo así la condición de partícipe de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Al ser nombrado  letrado del heredamiento, en 1890 se le encomendó la iniciación de un expediente de expropiación forzosa en base a la Ley de Aguas para la construcción de una presa en La Caldera, en las tierras que Santiago Bravo había adquirido por un tributo a su favor, licencia que no se obtuvo por la negativa del Gobernador Civil ante la presión y oposición de los propietarios del suelo la familia Bravo (ROSALES QUEVEDO, T.: Historia de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, Las Palmas de GC, 1977, p. 91). Puede suponerse que por su prestigio profesional se requirió su participación igualmente en expedientes de expropiación de servidumbres para la construcción de acueductos y canalizaciones de la Acequia Real cuando se impulsaron los cultivos de regadío por la que se creó una extensa red de acequias y cantoneras.

Su variable posición política quedó de manifiesto cuando en 1888 fue el abogado defensor del famoso caso de Eduardo Rodríguez Lazo, alcalde de Granadilla, denunciado por el gobernador civil, del quien se decía que había sido interpuesto por Fernando León y Castillo, por un delito electoral:

«...el local designado para la elección permanecía cerrado, ignorándose el motivo, ó mejor dicho sabiéndose que el motivo era impedir á los electores que ejercitaran su derecho; después de requerir á los presentes que manifestasen si había alguno con mejor derecho para desempeñar el cargo á que lo compelían los electores en su indignación y protestando cederle el puesto si después se presentaba, presidió la elección con los interventores proclamados por la junta del censo..." (La Opinión, 25-abr-1890). Su defensa le granjeó prestigio profesional, muchas amistades en Tenerife y muchas enemistades políticas en Gran Canaria, bastión del partido "leonino".

Por su prestigio profesional le fue solicitado un dictamen sobre la sedicente Heredad del Chorro de Telde, sobre la que también opinaron José Franchy y Roca, Juan Ramírez Doreste y Carlos López de Haro (GUIMERÁ PERAZA, M.: "El pleito insular. La pugna por la hegemonía canaria (1874-1900)", Anuario de Estudios Atlánticos, nº. 16, 1970, p.479). A principios del siglo XX, el llamado conflicto “El Chorro” culminó con la adquisición municipal de las aguas que se destinaron al uso comunitario.

Su condición de aruquense con proyección política a nivel nacional, recomienda descubramos con más extensión su evolución política, difícil de entender incluso para sus coetáneos. Crece políticamente en la época del canovismo que abogaba por la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional, tomando por modelo la británica, basada en la monarquía parlamentaria, con un bipartidismo entre los conservadores que lideraba Cánovas del Castillo y los liberales de Sagasta, con alternancia del poder, en un ambiente de elevado fraude electoral auspiciado por el imperante caciquismo que amparaba Alfonso XIII, modelo que se proyectaba en las islas por la presencia en las Cortes de Fernando de León y Castillo.

Progresivamente fue quedando al descubierto la falsa apariencia de Cánovas como demócrata, que motivará las escisiones en su partido a partir de 1890, si bien los primeros escindidos son más de lo mismo, que le empujarían a una posición más extremista que concluirían con los incidentes de Barcelona en 1896, siendo el responsable de ordenar el arresto de socialistas y sindicalistas, que serán sometidos a toda clase de torturas, hecho que se unía a su conocida posición de abogar por el esclavismo.

En este escenario el Dr. García Guerra, con un ambiente político enrarecido del ocaso de la Restauración borbónica, surge como presidente del Partido Sincrético, formado en 1890 al escindirse del Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo, Francisco Silvela (1843-1905), historiador, abogado y político, que luego sería Presidente del Consejo de Ministros en la regencia de María Cristina y durante el reinado de Alfonso XIII, al sustituir a Cánovas tras su asesinato en 1897.

Dentro de las corrientes filosóficas de la época, con la bandera del sincretismo trataban de conciliar las diferentes posiciones políticas  pues en él convergen conservadores y liberales, que pregonan la división provincial y son, a su vez, contrarios al divisionista León y Castillo. Llegan a tener en las islas periódico político El conservador, editado por tipografía La Verdad en los años 1890-91, que era el órgano del partido sincrético, bajo la orientación personal del Dr. García Guerra, quien en 1891 rompería con Francisco Silvela.

Pese a pregonar la división provincial, mantuvo acuerdos con el partido tinerfeño de Martín Rodríguez Peraza y así obtuvo para sus correligionarios los nombramientos en la Administración de Puertos Francos, cesando los leoninos partidarios de Fernando de León y Castillo.

Ocupó escaño en las Cortes Españolas obtenido en las elecciones de 1898, 1899 y 1901 (CONGRESO DE LOS DIPUTADOS,  Histórico de Diputados 1810-1977), y cuando empieza a recobrar fuerzas el llamado "pleito canario" es defensor de la división provincial cuando milita en el Partido Liberal Demócrata de José Canalejas, participando en la creación del Partido Local Canario en 1903 que promulgaba la división de la provincia canaria con capitalidad en Tenerife para la creación de la provincia de Las Palmas. Muy astuto, sopesando siempre su oportunidad, en los diferentes períodos se presentó por diferentes circunscripciones electorales, siendo diputado por Las Palmas en las elecciones de Sagasta, en marzo de 1898, después por Guía, en las de Silvela de 21 de abril de 1899, y finalmente en el último Gobierno de Sagasta el 12 de mayo de 1901 también por Guía GUIMERÁ PERAZA, M.: "El pleito insular. La pugna por la hegemonía canaria. 1874-1900", Anuario de Estudios Atlánticos, nº 16, 1970, p.479).

Fue uno de los jóvenes, en su mayor parte universitarios, que arribaron a la actividad republicana isleña «... jóvenes que, en sucesivas elecciones a Cortes, apoyarán la candidatura conservadora independiente de Juan Quesada Déniz y combatirán al republicano integrado -antiguo jefe de los republicanos progresistas- Tomás García Guerra. Impotentes para presentar sus propios candidatos, recurrirán a su paisano conservador con el deseo de contribuir al necesario bipartidismo después del fracaso de los canovistas locales» (MILLARES CANTERO, A.: Aproximación a una fenomenología de la Restauración en Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1975. p. 90).

Su adscripción política es una nebulosa, parece estar entre conservadores, se relaciona con los liberales de León y Castillo tras el fallecimiento de su líder, y de alguna manera con los republicanos de Franchy y Roca, siendo muy criticado desde uno y otro lado. Hay muchas referencias documentales a esa desdibujada posición suya, con una u otra opción. Del lado de los republicanos se reconoce su poca fiabilidad:

«El declarado apoliticismo del órgano de la "Asociación Gremial", "El Trabajo", no impide ver la instrumentalización que de la misma pretendían hacer algunos de sus organizadores: de un lado, la defensa de la candidatura de Juan León y Castillo para la alcaldía de Las Palmas y, de otro, el ataque a los pseudo-republicanos de García Guerra e inspiradores de "El Telégrafo" -escrito con más de 1.638 firmas contra ellos-, demuestran claramente el empleo de la agrupación obrera como base popular para una débil oposición al leonismo, según el criterio de algunos de sus elementos rectores» (Obra citada, p. 95).

Los leonistas de León y Castillo fueron más explícitos en la prensa local de su doble juego: «Los leonistas dijeron tras la ruptura que García Guerra estuvo apoyando y protegiendo siempre a personas no afiliadas a nuestro partido, dejando muchas veces burlados a nuestros correligionarios en sus justas peticiones ...» (Diario de Las Palmas, 16-abr-1903, "El señor García Guerra. Ayer y hoy"). También muy clarificadora de su posición política esta otra referencia periodísticas: «.. traicionó al señor León y Castillo por no querer secundar la política abierta de éste en el asunto de Puertos Francos. ¿Qué puede esperarse de de quien se ha sentado en el Congreso como socio de una casa que ha medrado a la sombra de aquéllos?» (Unión Liberal, 23-abr-1903, "El último deslinde").

Posiblemente lo más decisivo para la iniciativa de rotulación de la calle por parte del ayuntamiento, no fuera su variable e itinerante filiación política contraria a los intereses leoninos imperantes en la entonces Villa de Arucas, y lo fuera por su condición de aruquense o por haber propuesto en la Junta de 28 de septiembre de 1879 de la Heredad de Aguas, una imaginativa fórmula para que el préstamo de 4.000 pesos que ésta concedió al Ayuntamiento para la construcción del nuevo Mercado Municipal, no devengara intereses, pactándose en su compensación que el Ayuntamiento dejara utilizar la planta baja de las Casas Consistoriales para las reuniones de la Heredad. Falleció el 4 de julio de 1911.

Toda su trayectoria política es puro sincretismo, que como dice la Real Academia es «Doctrina o sistema que trata de conciliar o armonizar ideas o teorías diferentes u opuestas». Pero no debe olvidarse la etimología griega de la palabra synkretismos, que define así a «la coalición entre dos adversarios contra un tercero», referida a la estratégica unión de los cretenses, reconciliando sus diferencias en una alianza frente a los peligros externos de los invasores aqueos, dorios, helenos, romanos y bizantinos. Actitud defensiva que mutó hacia una actitud ofensiva denominada talasocracia o el gobierno y dominio geoestratégico de los mares.




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Fuente: "Calles con historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios rotos. El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC Silencios rotos : el desflorillado de la historia aruquense

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