Antes DORAMAS.
En la entrada a este Blog correspondiente a la Calle
ALCALDE SERVANDO BLANCO comentamos que la construcción del antiguo Mercado Municipal como edificio singular
motivó la definición de nuevas calles en su perímetro, y que esa calle de la fachada
lateral de naciente del Mercado Municipal
fue nominada en su primer momento calle Reyes
Católicos, y ésta calle que ahora comentamos en la fachada lateral de
poniente recibió la nominación de DORAMAS,
al que siempre fue considerado el último jefe aborigen que fue muerto y
enterrado en Arucas.
Conviene recordar
que comentábamos en dicha entrada al Blog, aunque no podía asegurarse si
intencionado o por azar, se guardó la simbología de la regla natural marcada
por el astro solar, el principio al Este y el fin al Oeste, donde los Reyes Católicos representan el principio
de una época y Doramas el final de
otra.
DORAMAS fue el jefe de un grupo de la resistencia canaria a la
conquista castellana, que se ocultaba en el gran bosque de laurisilva que
tomaría su nombre, y residía en una cuevas bastante inaccesibles situadas en el
antiguo barranco de Aumastel, después
conocido como barranco de Azuaje,
próxima al caserío moyense que también lleva su nombre al naciente de la
carretera de Moya a Fontanales.
Según las crónicas
de la conquista, aún siendo de clase plebeya, ganó fama en el rechazo a los
conquistadores liderando su guerrilla, más que tropa, por lo que el capitán
castellano Pedro de Vera pone en marcha una campaña decisiva contra él. El 20
de agosto de 1481 se entabló una dura batalla en las proximidades de Arucas,
donde Doramas cayó herido de una
lanzada, falleciendo a continuación. Hay diferentes versiones sobre el lugar
concreto de la batalla. Unos la sitúan en el Lomo de Arucas y otros junto al Camino
Real a Gáldar, si bien también aquí surge la división de opiniones. Unos
cerca del Portichuelo y otros en la
inmediaciones de Trasmontaña.
Las crónicas de Agustín Millares
narran que estando herido de muerte Doramas «…
Sabido del caso por Vera y sus oficiales, se dispuso inmediatamente hacer alto
y bautizarle, para cuya ceremonia, que él no podía comprender, llevaron agua de
una fuente cercana en el casco de un soldado. Quiso entonces ser su padrino el
mismo General y darle su propio nombre, todo lo cual, verificado sin el menor
obstáculo y recibida el agua santa, el héroe expiró. Abriéronle un sepulcro en aquella montaña de Arucas, testigo de sus
triunfos y de su derrota, y, entre canarios y españoles, levantaron un cerco
que rodease su fosa, señalándola a las
futuras generaciones con una humilde cruz...» (MILLARES TORRES, A., Historia
de la Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1997, p. 175, Tomo I).
Es esta versión la que sustentaría el
origen toponímico del pago aruquense de La
Cruz, si bien el autor toma la versión de Abreu y Galindo: «Enterráronlo encima de las montañas los
cristianos y algunos canarios que habian venido con él, que no lo habian
querido dejar, y le hicieron un cercado en el mismo lugar donde esta enterrado
y pusieron una cruz que está hoy allí ».
También aparece la referencia de la
"cruz" en la petición de tierras que hace Juan de Ariñez al Consejo
General el 23 de febrero de 1551, quien desde su condición de escribano debe
adverar lo que manifiesta: «... un pedaço
de tierra de sequero que es en la comarca de Arucas en un valle que esta debaxo del camino Real que va a Arucas por baxo de la
cruz que a por linderos el barranquillo del desaguadero de Arucas y es
enfrente de un corral que solia ser
colmenar que dizen de Adan Azedo en mitad del dicho valle de un cabo e de otro
en que podra aver doze hanegadas ...» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las
Palmas de GC, 1998, p. 463).
Pero hay otras
versiones distintas, y nos narra el capellán licenciado Pedro Gómez Escudero
que su cabeza fue traída a la Ciudad: «El
Gobernador hizo cortar la cabeza a
Doramas y traerla puesta en una lanza, y hizo ponerla en la Plaza de el Real,
que era la de San Antón» (GÓMEZ ESCUDERO, P.: Historia de la conquista de la
Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1936, p. 43), hecho que no es recogido por
los otros cronistas.
Al margen de su
lugar de enterramiento, conozcamos de su persona y atributos lo que compendia
de las distintas crónicas una buena fuente (LOBO CABRERA, M.: La conquista de
Gran Canaria. 1478-1483, Las Palmas de GC, 2012, pp. 161-163):
«De él dicen que vivía en la montaña de su nombre, con la
reputación que había ganado de valiente, habiéndose hecho capitán sin permiso
del Guanarteme. En otro pasaje se dice que es hombre de gran cuerpo y mayores
fuerzas y ánimo, temido y estimado entre los canarios; y se reitera que era
valeroso, valiente y de grandes fuerzas, y que por su valor se había hecho
señor del valle y montaña que llevaba su nombre. Hay quien añade que era hombre
de grandes fuerzas, pero no de tanto cuerpo; su nombre significaba
"narices", porque las tenía muy anchas.
(...) De lo que sabemos de él, además de su valor,
es que era de la categoría de los "trasquilados", es decir villano,
hijo de otro de su mismo nombre, natural del reino de Telde, en Arguineguín.
(...) A partir de 1478 los indígenas de los dos
reinos quedaron unidos bajo un solo mando para derrotar al invasor, bajo la
capitanía de guerra del valiente Doramas. Abreu nos comenta que empujado este
por su valor personal, por su ingenio para estratagemas bélicas en un terreno
como el de la isla, y auxiliado por un grupo de jóvenes, logró durante el
bienio 1478-1480 una serie continuada de victorias sobre las huestes
castellanas, y declinaron tras su muerte en la batalla de Arucas un 20 de
agosto de 1481, pues era reconocido como gran guerrero,...».
En los años
setenta del pasado siglo, cuando se decide trasladar el grupo escultórico "Doramas"
de Jose Luis Marrero, antes situado en el centro de la fuente ubicada en la
actual Plaza de la Constitución
al Lomo de Arucas, uno de los lugares
donde se supone pudo ser la histórica "batalla
de Arucas", se toma el acuerdo plenario de nominar esta calle a PANCHITO HERNÁNDEZ, es una propuesta
del cronista Juan Zamora Sánchez (ZAMORA
SÁNCHEZ, J.: La Obra del Cronista, compilación de Juan Zamora Maldonado, Las Palmas de GC, 2003, p. 118), nacida en la inmediatez del recuerdo por su
fallecimiento, y posiblemente de la proximidad en la amistad. Surgió la
propuesta para reconocer a un personaje del s. XX que prestó con la mejor de
las elegancias servicios de transporte a personas, mercancías y medicamentos de
urgencias, sin exigir contraprestación alguna en los históricos coches de hora que partían desde sus
cocheras en la antigua calle El Sol
hacia Las Palmas, cuando sólo habían al día uno o dos viajes públicos, lo que
le hacían a su juicio acreedor para ello.
Eran tiempos en que
«El acomodamiento del pasaje, cuando éste
era mucho, era cosa divertida y curiosa. Era un arte de "estiva" en
que eran maestros, por ejemplo, Panchito Hernández, Bruno Toledo, Clemente y
José Antonio. El interior del coche estaba destinado preferentemente para las
señoras viajeras y con unos "jágase
pa llá, cristiana"; con unos "aquí
no vamos a vivir"; con unos "Ay
Mería, Cha Pina, no sea tan delicada, cristiana", colocaban, en el
sitio de 10 o 12 personas, 15 o 20, amén de la gente del pescante y de su
tabla, y, es más, si todavía quedaba alguno que otro, patrimonio suyo era la
"paleta" (estribo trasero para subir al carruaje) y hasta en casos
extremos, el techo del Charabán (que los de la "línea" de Agaete
tenían dos bancos en él) o si no los tenían, tumbados "a la bartola"
(pero bien agarrados, desde luego), sobre el tablaje del techo» (Arucas, Revista Gráfico - Literaria,
Navidades, 1946).
Del charabán dice el DRAE que procede del francés "char-à-bancs",
en castellano "carro con bancos"
y su significado es «Coche de caballos
descubierto, con dos o más filas de asientos», de donde surgieron después los
de motor que hemos vitos en las fotografías antiguas junto a nuestro desaparecido
Parque de San Sebastián (Fedac
Fotografía 8499 - MAISCH, TEODORO ).
La personalización
en Panchito Hernández lo era también representando a un colectivo
de personas de todos los tiempos, que no tenían la exclusiva tarea de conducir
el vehículo y "colocar" a
su pasaje como mejor pudieran, sino que añadían al difícil oficio aquellos
pequeños "mandados" de
llevar o traer de la "suidad"
recados o paquetes delicados, o medicinas que no habían en Arucas que en muchos
casos eran de suma urgencia. Eran tiempos de muy pocos coches particulares, no
pasaban de una docena, y donde los cocheros, después chóferes, se convertían en
auténticos mensajeros de felicidad.
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Fuente:
"Calles con historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios
rotos. El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC
Silencios rotos : el desflorillado de la historia aruquense