Antes LA FE.
Es la calle que se
inicia en la intersección de la calle
Pérez Galdós con la calle La
Cruz y con la calle Cronista
Teodoro Rosales; y termina, al encontrarse con la pequeña calle Alcalde Mateo de Matos Quintana, después de atravesar
el Barranquillo, tramo a partir del cual era conocida en la antigüedad como calle Quintana, al igual que la antes mencionada con la que se encuentra.
Es difícil entender en los
tiempos actuales como pudo trazarse esta larga calle, algo quebrada en su
trazado y a diferentes niveles. Habría que recrear al menos la vida
ciudadana de hace un siglo, de cuando se podía jugar al boliche en aquellas
calles empedradas, donde los coches que podían circular eran muy pocos, y más
que coches, aquellos llamados "fotingos"
que eran advertidos por su sonido desde mucha distancia.
En ese tiempo y en
los anteriores, estas y otras de nuestras calles nacieron por la necesidad de
atajar el camino, de cuando las campanas llamaban a misa o de cuando las
caracolas convocaban a asamblea. Los vecinos que vivían en el Barranquillo atajaban en dirección a la plaza de la Iglesia por esta, entonces
llamada calle La Fe, al igual que lo
hacían los del Tabaibal y de La Cerera que bajaban por la calle Moreno, para continuar por las calles
de La Cruz, Álvarez, y después, la del Cura.
Era el mismo
recorrido que al revés hacían los curas, cuando la campanilla del viático con agudo
sonido anunciaba su paso porque llevaba los últimos sacramentos al agonizante
vecino de esos lugares. Siempre el mismo camino, y siempre parábamos en nuestro
juego para santiguarnos y no "pecar".
Porque este era el mejor atajo urbano construido por el hombre con su paso de
siglos para llegar con el menor recorrido y esfuerzo.
Pero la antigua
nominación de esta calle de LA FE,
no tiene su génesis ni en el atajo en sí, ni en los viáticos. Al igual que la calle La Cruz guarda estrecha
relación con las costumbres cristianas de siglos atrás. Si aquella lo fue por
la presumible colocación de una cruz muchos siglos atrás junto a un pequeño
cruce de callejones, o porque por allí estaban las propiedades de la Cofradía de la Vera Cruz, la "fe" cristiana se acreditó en
el entonces lugar de Arucas con
claras muestras de participación de los cofrades y por la devoción popular.
Cuando la visita
del obispo Dávila y Cárdenas en 1732, se refiere en los libros parroquiales: «Visitó su ilustrísima las cofradías que han
en esta iglesia que son la de San Juan
que es el libro de esta fábrica, la de la Vera
Cruz, la del Santísimo, Rosario y Ánimas y en sus libros quedaron sus decretos. Hay otra que comienza
a fundar del señor San Sebastián y
otra del Dulce Nombre de Jesús que
con el tiempo se verá su estado» (SÁNCHEZ RODRÍGUEZ,
J.: Historia de la Parroquia de San Juan Bautista
de Arucas 1515-1817, Las Palmas de GC, 2013, p. 253). Muchas para 605
vecinos, aproximadamente unos tres mil habitantes contando niños.
El que la Fe fuera para los cristianos la «primera de las tres virtudes teologales,
asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia» es la
circunstancia por la que se reconoció en esta calle con un rótulo. Al igual que,
por prestigio social se fuera cofrade aunque comportara contribuir
económicamente a su existencia y a la Fábrica de la parroquia; o que se fuera "disciplinante" en la
procesión de la Sangre que llegaba
hasta San Pedro; o que se pagaran algunos reales por llevar las andas procesionales o una vara del palio en la del Corpus.
Todos eran signos externos que contribuían al prestigio social.
Y aún así, el mismo
obispo Dávila y Cárdenas en su mandato exigía «que todos los feligreses oigan
misa los días de fiesta y que ninguno trabaje en ellos, mostrando a los que
faltasen o delinquieren como lo disponen las leyes sinodales deste obispado».
Y lamentaba «la gran pobreza desta
fábrica y de todas las cofradías desta parroquia, que no solo nace de haberse entibiado ya la antigua devoción
de estos vecinos en contribuir con sus limosnas para sus gastos, sino
también por el descuido de los mayordomos en la cobranza de los caudales,
deudas y limosnas que se han donado a la fábrica y cofradías, pues en todas hay rezagos de muchos años
que entonces eran efectivos y ya por la mayor parte se han hecho incobrables»
(Obra citada, p. 250).
Con posterioridad en
la segunda mitad del siglo XX es nominada SOR
CÁNDIDA SUÁREZ en reconocimiento a la decisiva participación de la
aruquense Sor Cándida Suárez Suárez en la fundación en 1906 del Colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Hijas de la Caridad, que tuvo su primera
ubicación en los dos inmuebles situados en la esquina de ésta con la calle Pérez Galdós,
donados por la misma para destinarlos a esta actividad, y al que se uniría otro viejo
caserón adquirido más tarde, que sería demolido y construido de nueva planta.
En el mismo año 1906,
a su hermano José Suárez y Suárez le vino el pensamiento de fundar en Arucas un
colegio bajo la dirección de la Orden de
los Padres Franciscanos, pero después de conocer la opinión del entonces
capellán de las Hijas de la Caridad,
Ramón Cirera, sumando a otros aruquenses y con nuevos contactos, conocen de la
actividad docente de los Hermanos de las
Escuelas Cristinas, quienes estaban abandonando Francia por la aprobación
de la ley de enseñanza laica e iniciando su actividad en otros países, y
consiguen convenir la apertura del Colegio de San Juan Bautista de la Salle.
Eran los tiempos en
que se imponía el criterio de la segregación de géneros en las escuelas, y se duplicaban
las iniciativas, si bien en este del Sagrado
Corazón de Jesús se admitían niños en el parvulario, es de suponer así lo era
desde el pensamiento que no comportaban riesgo alguno para las niñas, y porque se
observó la regla de un niño por cada diez niñas.
Con el paso de los años, en la década de los setenta del siglo XX el colegio
trasladará su actividad al lugar de El
Pino, en una hermoso edificio adquirido a la familia Hernández Suárez donde
sigue prestando su actividad docente.
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Fuente:
"Calles con historia como Penny Lane", Parte Tercera de mi libro Silencios
rotos. El desflorillado de la historia aruquense, ed. digital 2012 - MDC
Silencios rotos : el desflorillado de la historia aruquense
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